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El pensamiento y la cultura renacentista

El término Renacimiento define todo el periodo social y cultural posterior a la Edad Media. Alude principalmente al renacer de los estudios clásicos y a la admiración por los autores grecolatinos. El término está ligado inevitablemente al de Humanismo, palabra empleada en la época para referirse al movimiento cultural iniciado en Italia que, considerando al hombre como el centro del universo, dedica sus esfuerzos al estudio de las letras humanas. Estos estudios acaban por extenderse a todas las ramas del saber y configuran una visión del mundo nueva.

La cultura, las letras y las ciencias son una necesidad del momento, y es lo que permite el desarrollo y el progreso, pero también lo que determina la gobernación de los estados. De ahí los privilegios que los reyes conceden a las universidades: en ellas se forman juristas, médicos, físicos, etc. que son necesarios para la sociedad. Estamos en la época del mecenazgo, es decir, de la protección de los artistas por parte de nobles poderosos, como el caso del famoso Lorenzo de Medicis en Florencia. El siglo XVI es una época de cambios trascendentales en todos los órdenes. Baste mencionar en el campo científico figuras como las de Copérnico, quien demostró que era el Sol el centro del sistema solar, y que fue secundado por Kepler y Galileo. En el terreno artístico la lista de nombres es interminable: pintores y escultores como Rafael, Miguel Ángel, Fra Angélico, Boticelli; arquitectos como Brunelleschi o Bramante; músicos como Palestrina o Tomás Luis de Victoria. La nómina de escritores, por su parte, es absolutamente excepcional: Pietro Bembo, Baltasar de Castiglione, Maquiavelo y Torcuato Tasso en Italia; Rabelais, Ronsard y Montaigne en Francia; Camoens y Sá de Miranda en Portugal; Marlowe y Shakespeare en Inglaterra. También en España asistiremos a una época de esplendor literario.

Con lo que se acaba de exponer, no es extraño que los rasgos más significativos de la ideología renacentista estén en consonancia con la mentalidad burguesa:

  • Se destaca la dignidad del hombre, centro del mundo y dueño de su destino, lo que se opone al teocentrismo e inmovilismo de la sociedad estamental medieval. Este individualismo es una de las máximas del pensamiento burgués: el hombre se ve capaz de crear y emprender, alejándose de la imagen humana de criatura manejada por Dios o la providencia.
  • A la resignación cristiana medieval ante la muerte y el sufrimiento, el pensamiento renacentista opone un intenso vitalismo, que se manifiesta en el arte y la literatura de este periodo. Se canta al amor y a los placeres. El universo y la naturaleza parecen estar a disposición del ser humano, que se cree capaz de dominarlos y de gozarlos.
  • Creer dominar y conocer el mundo hará del racionalismo un rasgo distintivo de la nueva época. La confianza en el poder de la razón explica el nacimiento de la idea de progreso. La economía y lo material pueden avanzar de forma indefinida, y también el hombre, en el terreno moral, puede mejorar.
  • Las nuevas ansias de perfeccionamiento personal tienen mucho que ver con la extensión de las ideas neoplatónicas. Según los filósofos neoplatónicos, la realidad material no es más que un reflejo de un orden superior, armónico y perfecto, que el hombre pretende alcanzar, bien mediante el conocimiento o bien a través de otros caminos, como el amor o la contemplación de la belleza.

Sin embargo, racionalismo y progreso ocultan que el aprovechamiento de las potencialidades humanas se dirige en esta época en Europa principalmente al enriquecimiento, a atesorar bienes y propiedades, lo que contradice los valores promovidos por el Humanismo. Determinados intelectuales se sentirán insatisfechos con esta realidad y propondrán reformas, como Tomás Moro, en su obra Utopía1 o Erasmo de Rotterdam, cuyo pensamiento difundido en sus obras lo colocan como el más importante humanista del Renacimiento.

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